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sábado, 14 de julio de 2007

DESARTICULAR A LA DIREGENCIA SUTEPISTA

Sabemos que durante más de dos décadas el sistema educativo ha estado formando maestros de manera desordenada. Como mucho de lo que sucede en los países subdesarrollados, la formación y el crecimiento de las instituciones se han dado sin ninguna planificación. La creación al por mayor de Institutos Superiores Pedagógicos (ISP) - 360 entre públicos y privados - ha generado una sobreoferta de educadores, que al igual que en el transporte publico, por ejemplo, se reparten un mercado en donde la merma en la calidad de servicio - entre otros aspectos - es un elemento en común.

Claro, en un país pobre donde los jóvenes que concluyen la etapa escolar tienen muy poca oportunidad de estudiar una profesión universitaria - la estatal tiene un exceso de demanda y muy poca oferta, y la privada no es accesible a las mayorías por su costo - una opción accesible es la de convertirse en maestro, teniendo como fuente de formación los llamados ISP.

La DINFOCAD a través de su Director Nacional Guillermo Sánchez Moreno nos da una cifra "aterradora": En el 2002 la educación pública y privada necesitaba de 6850 profesores anuales y los ISP (121 públicos y 239 privados) producían en su conjunto 18,000, sin contar las 54 facultades de educación, que aún a sugerencia del ministerio por recortar la producción de maestros, no ha cedido respaldándose en la llamada autonomía universitaria. Resultado: sobreoferta brutal de maestros. ¿Que hacen los 11,000 maestros excedentes? Pues no se necesita ser pitoniso para concluir que el desempleo o el sub-empleo es en consecuencia inevitable, lo que a su vez se convertirá en el caldo de cultivo de reivindicaciones que no serán posible atender, pero que sin embargo será aprovechado políticamente por una dirigencia magisterial que necesita de base social para mantener su cuota de poder.

Si a esto sumamos la baja exigencia académica inicial de estos ISP para acoger a los futuros maestros, nos encontramos ante otro elemento que en el mediano plazo no hará más que mantener y agravar la pésima calidad de la enseñanza. Basta constatar los últimos resultados de los exámenes de ingreso a estas instituciones: solo el 3.5% de los postulantes alcanzó la barrera de la nota mínima (14). Si señor. Ha leído bien. Solo el 3.5%. Se dirá, con certeza, que esto se debe a la deficiente educación que recibieron en el colegio, pero habrá que preguntarse donde fueron formados los profesores que educaron a ese 96.5% que no supero esa barrera y la respuesta cae de madura: en los ISP. Un círculo vicioso que aún tomando medidas adecuadas hoy mismo, tomara en revertirse algunos años más.

Ante estas escasas, pero contundentes cifras, habría que preguntarse que ha sucedido en las últimas tres décadas – si no son más - con la educación que han recibido nuestros hijos, teniendo como maestros a personas de una mediocre formación académica. Un amigo me preguntaba de que sentiría, si minutos antes de ser intervenido quirúrgicamente uno de mis hijos, me enterara que el galeno responsable de la operación tuvo en su formación profesional un promedio ponderado de 11. Salvo la circunstancia, la gravedad de la situación es similar a la de tener a un docente con el mismo record académico. Un profesional mediocre, sea maestro o no, solo puede transmitir, en su enseñanza, el mismo nivel con que ha sido formado; no podemos hacer buen pan con una mala harina.

La educación, y no hay que ser marxista para decirlo, es y será un instrumento de dominación mientras no tenga asignado un presupuesto que sea, por lo menos, el que esta consagrado en la Constitución. Sin los fondos necesarios no existe posibilidad alguna de arribar a una situación mejor, es sin lugar a dudas un problema de índole económico.

Pero el económico no es el único problema. Mientras la educación no se convierta en una política de estado y no de gobierno, cada cinco años estaremos regresando al partidor y se habrá avanzado muy poco. Hay que impedir que esto suceda. No olvidemos que el resultado que tenemos ante nuestros ojos es consecuencia no solo de la inacción, lo es también de las “buenas intenciones” que han tenido los gobernantes de turno.

Si surto combustible a mi automóvil, le echaré hasta que llegue a su nivel máximo: tanque lleno. De ahí nada más, el resto es desperdicio. Con la educación sucede lo mismo. No puedo seguir formando maestros para crear desempleados. Regular el funcionamiento y la creación de los ISP será tarea fundamental para formar la cantidad necesaria de maestros competentes y dignamente remunerados y una educación con estándares de calidad mínimos. Mediante el sistema de competencias profesionales – base de la llamada meritocracia – se podrá seleccionar, para ir dando solución en el corto plazo, a los maestros que no signifiquen un peligro para la calidad educativa.

Todo esto no se podrá lograr sin desarticular a la dirigencia del sindicato magisterial. El SUTEP actualmente no es una representación gremial, ha sido convertido en un frente de fachada de políticos radicales que ante la escasa representación política lograda en las urnas, orfandad propia de ideologías caducas y enterradas por la historia, utiliza lo que debería ser un frente gremial en uno político. Y no es que los maestros no puedan hacer política, claro que lo pueden, pero en el frente respectivo y no a costa de un servicio básico esencial.

El SUTEP ha sabido capitalizar ese excedente de maestros convirtiéndolo en su base social y manipulándolos, imponiendo dirigencias sin un proceso de elección directa, secreta y universal. De tener la seguridad de contar con el respaldo de lo que ellos llaman sus bases, ¿no sería acaso la mejor manera de demostrar su legitimidad?

Todos sabemos que detrás de esto no solo esta el afán de la cuota de poder político, que de por si ya es alta, está también el poder de manejar la institución de la Derrama Magisterial, el fondo de pensiones de los maestros, que recauda al año aproximadamente S/ 50’000,000 y que ha tenido como utilidades en el año 2006 la friolera de S/ 44’900,000, según información recogida en el portal de dicha institución. Dos datos claves: Prof. Jorge Jaime Cárdenas – Presidente del Directorio y Prof. Carlos Salazar Pasache – Gerente General. ¿A que organización política pertenecen estos señores que deciden el destino de los aportes magisteriales? Patria Roja, enquistada en la dirigencia Sutepista.

Tenemos la impresión que la historia de la educación en el Perú comenzara a ser escrita por otros protagonistas.

Felipe Antòn

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